Un chef es un experto en gastronomía, es un profesional, un artista del mundo culinario, pero un foodie es según la definición de Google “una persona apasionada por la buena mesa que comparte lo mejor de sus experiencias gastronómicas en sus plataformas digitales. Es aquella persona curiosa que le gusta explorar y probar todos los sabores que encuentra en el camino”. Bueno esa soy yo, foodie apasionada del buen comer y en cada viaje que realizo encuentro algo maravilloso que cocinar, comprar, traer y compartir.
Y de seguro estarán de acuerdo conmigo que no hay un buen viaje si no hay buena comida. Por este motivo muchos pasajeros hoy día me solicitan siempre una recomendación de restaurantes en cada sitio que visitan, como también escogen muchos de sus cruceros y hoteles en base a la buena reputación de su gastronomía. Por todo esto, tengo tantos motivos para continuar motivada en cada viaje a degustar lo mejor del mundo.
Cada país tiene su esencia, sus sabores y existen regiones dentro de cada uno de ellos que diferencian la preparación de un mismo platillo, son experiencias distintas y suelen ser maravillosas. Como también producen algunos productos similares como el aceite de oliva, pero lo diferencia con especias locales que les proporciona un sello para decirle a la humanidad que solo lo van a encontrar en ese lugar.
Si les gusta la cocina como a mí, de seguro son de los que compran algún ingrediente local para preparar sus comidas cuando están de regreso, como también un libro de recetas. Siempre traigo conmigo uno, especialmente si visite un destino nuevo.
Hoy día se valora mucho la gastronomía local. A las personas les gusta conocer dónde come el lugareño, cómo prepara sus alimentos y qué ingredientes utilizan. Quieren tener una experiencia real, valoran más lo autóctono y por eso cada vez más encontramos restaurantes a nivel mundial que incorporan en sus menús platos con ingredientes de la región y crean nuevas opciones para sus comensales, inclusive experiencias en vivo, clases de cocina y algunos hasta comparten muchas de sus recetas.
¿Cómo organizar el viaje con una buena experiencia gastronómica?
Es primordial que cuenten con un itinerario. Conozcan exactamente el tiempo que van a tener en cada una de las ciudades y por supuesto le dediquen un mínimo de dos (2) horas a cada comida. Nada se puede disfrutar si están en una corredera.
Realizar una reserva sería lo ideal, pero en muchos países como por ejemplo en España específicamente en Barcelona, las reservas solo las guardan por 15 minutos luego de la hora estipulada. Es importante que siempre pregunten cuánto tiempo les pueden mantener la reserva y si tiene algún costo la misma, ya que existen restaurantes en algunas partes del mundo que solicitan una tarjeta de crédito como respaldo y si no asisten cobran una penalidad. También encontrarán opciones de reservas online, pueden llevarlas listas antes de comenzar su viaje.
Si son amantes de los vinos deben tomar en cuenta que, hoy día se ofrece mucho el maridaje. Podrán encontrar menús a la carta, pero también acompañado por un maridaje.
Es importante que siempre revisen si esa ciudad que van a visitar tiene alguna comida que la diferencia. Si es así entonces hay que buscar cuál es el mejor restaurante que la prepara y hacer la reserva o anotar la dirección en caso tal de que no cuenten con la opción online.
En la agenda del viaje deben adicionar qué restaurante van a ir cada día. Yo siempre lo organizo dependiendo de los tours y de la distancia entre el hotel y el restaurante, porque muchas veces cuando terminan el día se llega al hotel y uno quiere refrescarse antes de ir a cenar. En estos casos cuando son ciudades grandes, la distancia puede llegar a ser un diferencial importante en costos de traslados.
Los cafés, postres y demás alimentos para el alma
No pueden dejar a un lado los cafés, especialmente en estas ciudades o villas europeas donde uno disfruta tanto sentarse a ver a la gente pasar. Son esos momentos que marcan mis viajes. Si hay algo que nunca dejo de hacer es preguntar cuál es el postre icónico y lo pido con un buen café. Definitivamente que alimenta el alma.
Mercados
Son casi un parque de diversiones para mí. Me encanta ver los diferentes vegetales, las carnes, embutidos, las especias que tiene cada lugar que visito. Es increíble, por ejemplo, como puede cambiar el sabor de una comida si se prepara con el mismo ingrediente, pero de zonas de producción diferentes. Soy amante de las trufas y el sabor de una crema trufada francesa versus una italiana tiene una diferencia, ambas son buenas, pero es muy difícil solo traer una, entonces compro de las dos.
Tienen que preguntar en los mercados como utilizar esos productos de la mejor manera. Se los comento, porque muchas veces uno compra por impulso y luego cuando llegan a su país no tienen idea con qué alimentos los pueden utilizar y se terminan venciendo, esperando una luz divina que les enseñara cómo prepararlo.
Licores
Todos los países tienen ese el licor que lo diferencia. En Panamá es el seco, en México el tequila, el limoncello en algunas regiones de Italia y siempre es un placer el poder degustar, comparar, comprar y compartir. Por lo general vamos a encontrar versiones pequeñas, los cuales nos permiten traer de regalo a nuestras amistades y son siempre bien recibidas, al igual que los chocolates, últimamente he visto producción en muchos países y tienen versiones de sus frutas locales bañadas en chocolate blanco o negro.
Tours gastronómicos
Ahora bien, existen tours gastronómicos en muchos países como en Perú. Donde suelen combinar todas sus visitas con experiencias culinarias. También hay líneas de crucero que ofrecen opciones para conocer granjas familiares con pequeñas degustaciones o picnic. Cuentan con clases a bordo de cocina en las cuales acompañan al chef a realizar las compras de los ingredientes en los mercados para luego enseñarles cómo prepararlos. Y claro que siempre existirán opciones para ir a fábricas de licores, cervezas, viñedos, en fin, miles de opciones dependiendo de la cultura y tradición de cada lugar.
Sin duda los olores y sabores de las comidas son de esas cosas que nos traen recuerdo, que marcan un viaje y nos educan el paladar. Por eso no debemos temer a probar los sabores del mundo, nos permitirá calificar, recomendar, comparar y compartir.